Ecos

Matheo habla por teléfono con su abuelo
antes los órganos que emiten su voz no existían,
las vibraciones en su garganta que dicen hola tardaron catorce billones de años en crearse
como una ola que tarda una eternidad en llegar a la playa

para ser absorbida en segundos por la arena filtrante.

Matheo sostiene la bocina entre sus diminutos dedos. Empieza a marcar el número que su madre dejó escrito en el papel. De forma gradual a través de su breve vida, él ha aprendido a interpretar las líneas y trazos en cifras; y hoy es la primera vez que digita por cuenta propia el teléfono. Su abuelo contesta, Matheo abre la boca y está a punto de hablar.

La temperatura del núcleo original es de trillones de grados. Un fulgor ilumina el vacío. El susurro de una voz comienza a navegar en la obscuridad. De colmenas inimaginables emanan las primeras estrellas y dentro de sus hornos estelares serán formados los elementos vitales de todas las galaxias y los seres que las habitarán. El hierro de los huesos de Matheo y el hidrógeno de la atmósfera de su planeta se forjan dentro de esa alquimia. Catorce billones de años pasan. El paso de las eras geológicas deslava montañas hasta convertirlas en parte del fondo del océano. Los primeros humanos saben que son, que existen. Cada voz que surge de la boca de un humano es un eco distante del big bang.

Matheo habla por teléfono con su abuelo, sus palabras llegan después de mucho tiempo a ese punto del universo: Hola, camina con cuidado a casa. Sólo dice eso y cuelga la bocina.

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D.R. © 2016,Óscar I Hernández Carvallo, “Adentro, Antología de Poetas diversos”México, Ciudad de México.